El amor por el código sí existe!

Holaaaa Programador... No se trata de cosas banales o simplemente de un enamoramiento pasajero, el código te hace crear, te hace vivir, el código es como el pincel para el pintor, una herramienta capaz de hacernos crear cosas maravillosas, de la nada a algo que muchas personas pueden ver, usar, disfrutar, aprender, trabajar, en fin hacer que sus vidas sean más faciles.

Nosotros los programadores somos los Da Vinci del siglo XXI, con nuestros código hemos mantenido a la gente en contacto gracias a las redes sociales, los hemos entrenenido y hasta enseñado muchas cosas con videos, hemos ayudado a millones de empresas a mostrar sus productos y servicios, hemos y hemos y hemos... la lista es interminable, pero ¿cómo inició esta historia de amor?

Todo inició con un Hola Mundo, que alegría sentimos esa primera vez cuando el Hola Mundo apareció en nuestro navegador, fue amor a primera vista, eso no quiere decir que todo sea color de rosa, porque como en cualquier realción hay altas y bajas, como esa primera cuando nos salió Error 500, aaaarrrr me acuerdo y me lleno de coraje, porque son esas cosas incomprensibles que nunca lograremos entender, pero bueno unas cuantas respiraciones y unas cuantas caricias (ajustes) y ohalaaaa todo vuelve a la normalidad.

Durante nuestra vida como programador conoceremos diferentes personas con idiomas diferentes (lenguajes de programación) y con personalidades diferentes (frameworks), algunos les gustan las tradicionales y con mucha experiencia y otros se la pasan de mujeriegos saltando de una en una, pero esta bien, porque a diferencia de la vida real, en nuestro mundo de programadores esta bien enamorarse de mucha gente, claro está siempre existirá una que será nuestra favorita.

Así es como esta historia de amor, vive en nuestra computadora y en nuestra mente, yo solo espero seguir escribiendo código por muchísimos años hasta que sea un viejito, me imagino que ya para entonces si mis mano no dan para escribir pueda dictarle a algun both lo que pasa por mi mente.

Saludos,

Eloy Manuel